viernes, 5 de octubre de 2007

Regreso al Cerro Sagrado

Después de reunirnos en lo de Lina y distribuirnos en varias combis, iniciamos con nuestra guía espiritual el segundo viaje a Capilla del Monte.
Esa única noche, arriba en el Valle, nos tenía por lo visto reservada al menos una sorpresa, pues de las luces que normalmente pueden verse atravesando entre las estrellas, de pronto vimos una pasando justo sobre nosotros, en línea recta y mucho más brillante que un cometa; en seguida se desvaneció en medio del cielo.
Unas horas después, una integrante del grupo salió de su carpa mientras casi todos dormían y pudo ver un movimiento muy extraño de luces en dirección aproximada a la cumbre del Cerro, que a ella le parecieron duendes o entidades de Erks... Después del alboroto, cada uno pudo volver a las respectivas carpas y así pasó entonces esa velada inusual.
En el memorable viaje que hicimos al día siguiente, hacia Huertas Malas, nos acompañó otro guía; aunque todo empezó muy temprano, llegamos al destino programado después del mediodía. Vimos la reducida vivienda que un ermitaño se había construido allí, cerca de una laguna que casi parecía un cenote. Y después de conocer algunos detalles relacionados con el ermitaño, comenzamos el camino de regreso a Ongamira... El cual implicaba subir y bajar tres cerros medianamente altos (Así, así... Así, así... Así, así, nos repetía el baqueano) y seguir un camino por más de un kilómetro.
Yo al menos lo empecé con ánimo decidido, pero no todos los del grupo pudieron terminarlo del todo bien; aún así, al atardecer ya nos encontrábamos cerca de los Terrones.

Uno o dos días después nos volvimos a Bs. As., pensando algunos en el siguiente viaje al Cerro sagrado de los Comechingones.

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