lunes, 15 de octubre de 2007

Pequeño Himno y Fotos Alusivas

At Last United
So What Has Made Our People,
From Days Forgotten,
To Fear And Chase Each Other?
And Why Did We Have To Hunt You,
If We Could Love You So Much?

The Time Had To Come For Us
In Which Cats, And Mice, And Rats,
Could At Last Unite Their Lives,
With All The Love Each One Has,
And Everyone Living Free.

For Now We Can't Stand More Chains
Than Those Of Heart, Soul And Milk...
When Your Newborns Need A Mother,
A Mother Cat There Will Be
With Mice And Rats To Breastfeed.

Even Names Shall Be In The Past...
No Cat Will Hunt Rats And Mice.
We Just Want Them All Alive,
By Mothers Breastfeeding Babes,
And Brothers Sharing Their Meals.





viernes, 5 de octubre de 2007

Regreso al Cerro Sagrado

Después de reunirnos en lo de Lina y distribuirnos en varias combis, iniciamos con nuestra guía espiritual el segundo viaje a Capilla del Monte.
Esa única noche, arriba en el Valle, nos tenía por lo visto reservada al menos una sorpresa, pues de las luces que normalmente pueden verse atravesando entre las estrellas, de pronto vimos una pasando justo sobre nosotros, en línea recta y mucho más brillante que un cometa; en seguida se desvaneció en medio del cielo.
Unas horas después, una integrante del grupo salió de su carpa mientras casi todos dormían y pudo ver un movimiento muy extraño de luces en dirección aproximada a la cumbre del Cerro, que a ella le parecieron duendes o entidades de Erks... Después del alboroto, cada uno pudo volver a las respectivas carpas y así pasó entonces esa velada inusual.
En el memorable viaje que hicimos al día siguiente, hacia Huertas Malas, nos acompañó otro guía; aunque todo empezó muy temprano, llegamos al destino programado después del mediodía. Vimos la reducida vivienda que un ermitaño se había construido allí, cerca de una laguna que casi parecía un cenote. Y después de conocer algunos detalles relacionados con el ermitaño, comenzamos el camino de regreso a Ongamira... El cual implicaba subir y bajar tres cerros medianamente altos (Así, así... Así, así... Así, así, nos repetía el baqueano) y seguir un camino por más de un kilómetro.
Yo al menos lo empecé con ánimo decidido, pero no todos los del grupo pudieron terminarlo del todo bien; aún así, al atardecer ya nos encontrábamos cerca de los Terrones.

Uno o dos días después nos volvimos a Bs. As., pensando algunos en el siguiente viaje al Cerro sagrado de los Comechingones.